Llueve y hace frio en Anatolia, la primavera se resiste.

Egirdir - Cabaña del tio Güason (22km antes de Yeisarbandemli) 49km

Cabaña de tio Güason - Beysehir 80km

Beysehir - Konya 93,5km (viento, lluvia, nieve, frio y dos puertos de montaña)

Una vez finalizado nuestro pequeño descanso, y superada la pereza de arrancar, hemos sufrido de los caprichos de la primavera y disfrutado del impresionante paisaje anatolico. Ibrahim el amable dueño de Lale Pension nos aconsejó tomar un atajo para llegar a Beysehir, hasta aqui todo bien salvo que en mi mapa dicho atajo no aparecía. Es normal me dije, estos mapas turcos son tan malos como sus carreteras, pero las cosas comenzaron a cambiar a la altura de Aksu, pasados unos 10km la carretera no solo desaparece del mapa sino que literalmente de debajo de nuestras ruedas convirtiéndose en una pista. Unos pensarán genial, quizás si, pero cuando a esto se añade agua en forma de lluvia las cosas cambian. A las 4:30 nos vemos forzados a dar finalizada la jornada, hemos encontrado una casa abandonada y esta será nuestro hogar por una noche. Arreglamos rápidamente nuestros aposentos limpiando e improvisando una ventana de plástico que impedirá la entrada de las frías corrientes de la noche. A pesar de la lluvia el trayecto mereció la pena, atravesamos campos de manzanos rodeados de imponentes montañas aún cubiertas con níveos velos. Pueblo tras pueblo, a cada cual más remoto saludaba a nuestro paso con el rostro incrédulo y la risa fácil al ver a dos extranjeros ataviados con tan extrañas vestimentas, más aún si se fijaban en el bay (hombre ) melenudo.

El amanecer del día siguiente se las prometía soleado, pero la promesa duro poco, la temperatura bajaba conforme escalábamos el puerto que no aparecía en el mapa. En tan solo 10km nos hallábamos a 1810mts de altitud y al frió se añadió la fina y penetrante lluvia que no nos abandonaria hasta el pueblo de Yenisarbademli 12 km más abajo. Ateridos de frió, sin comida ni ganas de seguir fuimos invitados por los ancianos del lugar a tomar unos çays y calentarnos al calor de la estufa que encendieron para que entrásemos en calor, imaginense como nos verían. Una hora tardó el cielo en aclarar y nosotros en volver a tomar el camino. El resto del trayecto transcurriría por un paraíso de tonalidades azules, verdes y blancas. A cada curva nuestros ojos se desviaban hora a la derecha hora a la izquierda mezclando en nuestra retina un paisaje imposible de asimilar de una sola vez. El inmenso lago Beysehir Gölü de aguas cristalinas pugnaba con las nevadas cumbres por ser la protagonista de este espectacular paisaje, todo ello aliñado con el verdor intenso de una primavera húmeda.

Beysehir despierta con sus calles mojadas, el cielo encapotado y llueve, después de barajar nuestras oportunidades decidimos seguir adelante, los dados de la suerte están echados. La jornada promete no ser fácil nos esperan 90km de terreno desconocido y una climatología adversa. Nos ponemos en marcha con toda la ropa puesta, incluidos los pantalones de agua de nuestra querida amiga Luisa, y tras 20km de lluvia y viento decidimos parar en una gasolinera donde el amable encargado enciende rápidamente la estufa de leña para que podamos calentar, nos invita a un çay y conversamos un rato. Afuera el temporal arrecia, esperamos. Media hora mas tarde y ante las insistencias del buen señor de que quedemos seguimos adelante, llevamos pocos kilómetros y decidimos seguir otros 20km. A los 45 empadados de pies a cabeza paramos de nuevo en una gasolinera que para nosotros se han convertido en modernos caravasares donde los encargados nos atienden y tratan con gran amabilidad. Aqui Davut el aburrido encargado se sorprende ante semejante aparición, reacciona y enciende la estufa de leña y calienta agua para los çays. Nos descalzamos pues tenemos los pies encharcados y fríos, Machus cambia de calcetines y yo me quedo descalzo con los pies bien pegados a la estufa de leña. Davut nos atiende amable y pacientemente, saca unas chanclas para Machús y su otro par de botas para mi. Conversamos con gestos y palabras sueltas pero el lenguaje universal funciona y el ser humano si lo desea se entiende con pocas palabras y así fue. Afuera nevaba copiosamente y el tiempo corría en nuestra contra pues nos encontrábamos en tierra de nadie justo a mitad de camino, lo que se dice el punto de no retorno. Cayeron cinco çays en una hora y el sol timidamente hizo su aparición, como locos nos preparamos dispuestos a intentar el todo por el nada y emprendimos el viaje con las advertencias de Davut de que en la carretera nos encontraríamos fuertes subidas y asi fue.

Poco a poco fuimos poniendo las piernas de nuevo en marcha, las nubes desaparecieron por arte de magia y el sol se hizo dueño y señor del cielo azul. Kilómetro tras kilómetro íbamos ganando terreno a nuestra meta, el primer puerto de 1560mts llegó pronto, no importaba el sol brillaba y nuestro compañero invisible soplaba a favor. El segundo llegó a 15km de Konya con 1460mts pero no importaba solo quedaban 15 kilómetros y una bajada vertiginosa en la que soy atacado por tres fieros canes. Machús paró para tomar dos chupetes que aún tenemos gracias a Juan Carlos de Planta Sana de Gijon. Llegamos a Konya anochecida y si no es gracias a dos alégres jovenes y a un padre que les dejó la moto, hubiesemos circulado una hora más por esta gran ciudad de más de 750.000 habitantes.
Informan Mili Machus con el estomago lleno con cuatro Tavuk Kebabs desde el impoluto Ulusan Otel de Konya, muy recomendable hasta para los exigentes.