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martes, 13 de octubre de 2009

Viviendo en Osh, en un barrio intranquilo.

Llegamos a Osh a las once de la noche con el cuerpo molido, han sido siete horas de viaje. Una furgoneta de nueve plazas se convierte fácilmente en un mini bus de dieciocho plazas en Kirguizistán, con el consiguiente sufrimiento para sus ocupantes. Tres pinchazos, la noche que cae y la infernal carretera en obras hace el viaje aun más demoledor. La guía que manejamos nos recomiendo como alojamiento económico una especie de piso escondido detrás de una de las pricipales avenidas de la ciudad. Osh, la segunda ciudad más importante del país es una bulliciosa y próspera ciudad comercial de día. Comercios, restaurantes y un importante bazar añaden un agradable ambiente a las calles de la ciudad. Kirguizos y uzbekos conviven en armonía pero solo en apariencia. Cuando cae la noche, las oscuridad hace de las calles un lugar inquietante. A partir de las doce de la noche las pocas farolas que iluminan las calles se apagan. La ciudad sufre cortes nocturnos de luz y todo se torna negro. Las calles se hace inseguras y el barrio donde dormimos no es de los más recomendables para pasear. En 1990 grandes disturbios afectaron a esta parte del país, durante varios días uzbekos y kirguizos mantuvieron sangrientas refriegas con un resultado de 300 muertos según fuentes oficiales, algunas voces elevan la cifra a cerca de mil. Desde entonces bandas callejeras organizadas por barrios se dedican a mantener en orden sus dominios. Estos grupos suelen disponer un número de corpulentos gorilas que dedican el día entero a muscularse. Estas fuerzas brutas se dedican a las labores de seguridad, vamos que son los que abren cabezas y rompen brazos en los enfrentamientos entre bandas y ocasionalmente buscan a algun pobre diablo generalmente turistas para apalear y robar. Nuestro hospedaje esta ubicado en un tranquilo barrio de día, pero cuando la noche cae y las luces se apagan, después de las cenas abren las discotecas y los ebrios salen a las calles. Si uno mezcla bandas, alcohol y nocturnidad enseguida se dara cuenta que lo que tiene es un delicioso y perfecto “Koctel Molotov”.Desde nuestro camastro escuchamos ruidos de una escaramuza en las escaleras, gritos, gemidos, golpes penetran por la puerta de la entrada. Salimos a la ventana y pronto vemos un grupo de jovenes salir corriendo del destrozado portal sovieto, portan armas blancas y palos. Uno de ellos sale cojenado y gimiendo, aprovechando la penumbra de las sombras corren por la calle, bates en alto. Minutos mas tarde oimos en lontananza algo que se asemeja a disparos de una semiautomática, quizás son petardos. Hoy no es buena idea salir a cenar.


3 comentarios:

loli dijo...

Estaba un poco preocupada pero las fotos, mejor dicho, las sonrisas de las fotos me tranquilizan un poco.
La ruta de la seda se hace cada vez mas dura pero a la vez mas solidaria.
Ahora es cuando mas desmostrais el por qué estais ahí.
Os admiro!!!

Anónimo dijo...

Felices sueños amigos.Bluetomate

160 dijo...

es increible que paseis de la soledad de la alta montaña con aquellos paisajes casi desiertos a Kosovo en guerra y sigais estando con el mismo animo y alegria contandonos tan bien que se puede convivir con todos ( teniendo cuidado) y que se puede ver todo ( siendo consciente de donde se esta), que de todo se aprende y que la vida es esto y aquello a la vez. Muy bien Milin. Me gusta ver que pase lo que pase un helado saca lo mejor de nosotros, la sonrisa. besos a Machus.