Tormentas

El lento peregrinar sobre dos ruedas deja a uno expuesto a los caprichos de la madre naturaleza. En el puerto Akbaital a 4655 metros osamos parar y aprovechamos para sacar algunas fotos desafiando el aviso de una eminente tormenta de nieve. La carretera empeora según perdemos altura y el tiempo se deteriora rápidamente. Comienza a soplar un gélido viento y los copos de nieve se hacen más patentes. Inician su loca carrera para cubrir de blanco el firmamento. La situación se hace crítica y a resguardo nos hemos de poner de tan fiera tormenta, pues no sabemos cuanto puede durar. El gélido frío hiela las manos, cara y pies, acelera el corazón y agita la mente. Entre fuertes rachas de viento y una copiosa nevada montamos las tiendas y buscamos calor en nuestros sacos de dormir. Afuera durará una hora más la furia de la montaña. Una ventanita de buen tiempo se abre, hay tregua y podemos salir a contemplar el sobrecoger paisaje. Tras lo más duro llega la calma y con ella una cálida e inesperada ayuda. Dos parejas catalanas de expertos conductores todo terreno nos caen del cielo como la misma la tormenta y con ellos llegan los exóticos víveres españoles, lomo, chorizo, unos cafés calentitos, gotas de brandy incluidas y lo más importante risas y la más sincera confraternización. Sorprendidos y encantados quedaron Cris y larisa nuestros recientes y temporales compañeros de viaje. Compartimos bromas, historias, chistes y esperanzas bajo la atenta mirada de los fríos dioses de la montaña. Nos ofrecen de todo para pasar mejor la noche, la tentadora oferta es rechazada para no abusar de tanta amabilidad. Machus llama por primera vez en meses a casa, gracias al teléfono satélite que le dejan usar.

Lo bueno si breve dos veces bueno y en un abrir y cerrar de ojos los metálicos carruajes son solo un cálido recuerdo del pasado, solo queda volver a encontrarnos en algún lugar menos inhóspito, quizás sobre un plato de fabada o de crema calatalana.

Cae la noche y la nieve comienza su blanca y artística obra de nuevo. Los entumecidos y cansados cuerpos buscan de nuevo el calor que cada vez se hace más difícil encontrar. Hoy la noche será fría. Esta noche el hambriento lobo aullá acompañando la mortecina canción del viento,pues sabe que él también es parte del paisaje,de la oscuridad.