Estamos en Tarrega

Han pasado ya unos días desde la última vez que conectamos, el tiempo pasa y los kilómetros se van sumando. Desde entonces hemos cruzado los Monegros, circulado por preciosas carreteras sin tráfico y sufrido de nuevo las nacionales atestadas de inmensos camiones. Hemos dormido en casas de párrocos, naves industriales, nos hemos duchado en polideportivos y hemos pasado también de ducharnos pero me gustaría destacar un lugar en concreto.
Monzon es una pequeña ciudad o un gran pueblo de Huesca, encrucijada estratégica de caminos, en realidad se podría decir que no se diferencia en nada de cualquier otro pueblo de España salvo que fue aquí donde por primera vez recibimos un trato realmente cálido y hospitalario de manos de Juan y Juani y de sus dos encantadoras hijas Alma y Aura. Mientras Machús esperaba a que nos duchasemos en el polideportivo, Juan sin conocerla de nada se acercó para interesarse por nuestro viaje ya que sentía curiosidad por su aspecto e indumentaria. Al poco nos invitó a su casa para pasar la noche y cenar. La sorpresa fue mayúscula ya que para nada nos esperábamos un trato semejante en nuestra querida pero a veces difícil España.
Fuimos tratados con verdadero cariño y sorprendidos gratamente con una cena a base de productos ecológicos verdaderamente deliciosos. Puré de calabaza con mijo, salchichas vegetales, hamburguesas de algas, morcillas de arroz vegetales y un sin fin de viandas para desayunar.
Como colofón a nuestra despedida nos regaló una inmensa bolsa de ricas y perfectas palomitas hechas en la empresa donde trabaja. Para que nuestros cansados cuerpos pudiesen dormir comodamente nos cedieron la habitación de las niñas.
A decir verdad la dulce sensación de bienestar, paz y de no merecer semejante trato me duró varios días.
Gracias a Juan, Juani, Alma y Aura por su hospitalidad y calidez. De ellos espero acordarme en los momentos duros para aprender y superarlos, sabiendo que después de la tormenta siempre llega la calma.