Persepolis

El chófer, aquí llamado capitán, de espeso mostacho,pelo negro ,de redondas formas corporales apretados pantalones y chanclas de baño conduce su blanca paloma con mas de una veintena de años modelo Volvo. Este, sin duda experimentado capitán de navío terrestre, a lo largo de los mil kilometros y dieciseis horas de viaje nos mostró un sin fin de habilidades que era capaz realizar mientras conducia. Algunas de ellas las compaginaba con otras como, hablar por teléfono, (sin manos libres) y tomar te mientras sujetaba con su panza a lo Sancho el gran volante, otra combinacion fue la de comer pipas, conducir y ver una diminuta televisión en b&n instalada en el salpicadero, todo esto aliñado con grandes dosis de carcajadas compartidas con otro escudero sentado a su lado en una mini silla de camping.
El salpicadero del destartalado,viejo y estrecho autobús decorado espesamente con peluches de la mas variada fauna, junto con un pequeño velero de madera muestra sus tesoros con orgullo. La carretera nos lleva hacia el sur con su paisaje árido, colores parduscos se mezclan con tímidos verdes que resisten al abrasador calor de verano. El sol del atardecer penetra las débiles nubes creando un cielo plomizo, en lontananza el polvo del desierto cercano, proveniente de Irak se levanta formando un triste velo mortecino. Cae la noche y funestos pensamientos invaden la mente cansada, Machús llora desconsolada por una perdida aún muy reciente. Inconsolable, me limito a cogerle de la mano, mis palabras no logran el efecto deseado y solo el tiempo,la paciencia y la sabiduría curan este tipo de heridas.
Llegamos a Persepolis tras trece largas horas de incómodos bamboleos, estrechos asientos y un fuerte olor a petroleo y pies rancios. Aún es temprano son las seis de la mañana y aprovechamos para desayunar un te y un sencillo paquete de galletas, con esto resistiremos hasta las cuatro. Las puertas abren a las ocho y a las ocho y diez nos presentamos ante la gran escalinata.
Persepolis es el ejemplo del inmenso poder y prosperidad del antiguo imperio acaemenida, primer imperio Persa. Se comenzó a construir bajo el mandato de Darius I, el grande como centro religioso para el Zoroastrismo, aquí se celebraba el No Ruz o año nuevo según el calendario Zoroastro y se congregaban los más altos representantes de los reinos súbditos. Este inmenso imperio se extendió desde la India hasta el Danubio en Europa, formando así uno de los primeros grandes imperios de las tempranas civilizaciones de la humanidad. Accedemos a través de la Gran Escalinata, de cortos peldaños fue diseñada asi para no romper la elegancia con la que subían los altos dignatarios con sus largas tunicas mientras conversaban con otros altos cargos. Al llegar a la parte superior uno se hace cargo de la majestuosidad del lugar. En su época de mayor esplendor, esta ciudad ocupaba 125000 metros cuadrados, situada en una plataforma a 18 metros de altura por encima de la planicie Una vez superada la escalinata atravesamos las llamadas “Puertas de todas las naciones”, construidas por Xerjes, famoso hoy por la película 300. Dos enormes animales con cuerpo de toro alado y cabeza humana, guardan estas puertas con una inscripción en varios idiomas que no debieron dejar a nadie indiferente en su dia. “Soy Xerjes rey de reyes, rey de tierras, rey de muchas razas[...]hijo de Darius el rey[...] Muchas cosas maravillosas fueron construidas en Persia: Yo las construí y mi padre también.”
Un poco más adelante se llega al más grande de todos los palacios, el de las 100 columnas, lugar donde el rey recibía a sus súbditos. Quizás el palacio mejor conservado sea el palacio Apadana y sus escalinatas, debido a que gran parte de este palacio permaneció oculto bajo las arenas hasta 1930, año en que comenzaron las excavaciones de manera masiva. Estas escalinatas se dividen claramente en tres escenas, para mi la más interesante es la tercera donde se muestran las 23 delegaciones de todos los rincones del imperio prestando sus respetos y pagando sus tributos. En este tramo de la escalinata bellamente tallada se pueden distinguir perfectamente todas las naciones súbditas del gran rey Xerjes, desde Europa a la India, pasando por Egipto.
Nos imaginamos la emoción y la intriga que debieron sentir los primeros forasteros que visitaron este enclave llamados por los rumores de una poderosa ciudad enterrada. En la entrada uno puede observar pequeñas inscripciones de mandos militares británicos incluso de algún periodista americano como Stanley del New Yok Times de 1870.
Caminamos boquiabiertos entre sus imponentes columnas,incapaces de imaginar la inmensa riqueza que debió poseer esta ciudad de palacios. Se dice que Alejandro Magno necesitó 3000 camellos y mulas para vaciar la tesorería de sus preciados tesoros. El palacio privado de Xerjes a pocos metros del de su padre, muestra claras señales del incendio que sufrió cuando Alejandro Magno invadió el enclave. Restos de telas quemadas aún aparecen en las excavaciones y se observan graves deterioros en los relieves de las entradas de su palacio privado llamado El Hadish. Aún hoy existen opiniones encontradas de si fue un incendio fortuito debido a una noche de fiesta loca o intencionado en venganza por la destrucción de Athenas por parte de Xerjes. Teniendo en cuenta que hay 1500 años de diferencia entre estos dos históricos personajes resulta difícil de creer que Alejandro Magno se acordase de Xerjes, menos aún después de una buena noche de orgía. La polémica esta servida y que el lector haga su propia valoración. (Espero respuesta de mi estimado amigo e historiador Rodrigo Maturana)
A partir del mediodía el sol no solo calienta sino que abrasa, el cuerpo comienza a marchitarse , la ingesta de agua aumenta dramáticamente y el cerebro se ralentiza, buscamos sombra en esta árida tierra pero poco ayuda, columnas y escasas paredes milenarias sirven de imponentes cobijos del abrasador sol. Para movernos de palacio en palacio hacemos acopio de todas nuestras fuerzas y al gran astro exponemos nuestros flácidos cuerpos dispuestos a desintegrase fulminados en cualquier momento por una explosión solar. El intenso calor seca cualquier trazo de sudor, al menos estamos secos, eso si por dentro y por fuera. Al medio día damos por concluida la visita y nos dirigimos a Shiraz en un taxi compartido con otros tres jóvenes iranis.
Mili Machús con sol, calor, helados y muchos zumos de melón.