Hemos llegado a casa.

Hemos llegado, ahora toca realizar otro camino. El camino de regreso no fue sencillo, algo extremo, incluso. Los días vuelan, primero un autobús, monta las bicicletas y pedalea dos horas por Ankara. Embajada y un día largo. La fatiga y cansancio hacen mella en Machús y sufre un ataque de vértigo. Volvemos a coger un autobús, llegamos a Istambul. La espera en el aeropuerto se hace pesada, pasan las horas, los pensamientos se lanzan como caballos desbocados. A Machús el mundo le da vueltas, a mi la paciencia me da vueltas, llevamos demasiadas horas de marcha y solo pensamos en llegar a casa. Saltamos de Istambul a Budapest y otro salto nos lleva a Madrid. Vuelta a esperar, autobús y en un duerme vela llegamos a Gijón, por fin estamos en casa. Marian nos da la bienvenida, como no podría ser de otra manera nos cuida como si fuésemos sus hijos llegados de lejanas tierras, desayunamos. Gracias a mis dos queridas hermanas encontramos comida y la cama hecha. Una extraña sensación de paz recorre mi cuerpo, veo el cabecero de nuestra cama y el mensaje grabado en el, OM MANI PADME HUM, pienso en nuestra preocupada amiga, ahora si puedo bajar la guardia, Machus por fin puede descansar, por esta vez he cumplido con mi palabra al traer a su amiga sana y salva. Ahora solo pensamos en descansar, mañana será otro día.

El camino de la vida es incierto, quizás no lleguemos a Nepal, quizás no lleguemos a ninguna parte pero seguiremos contando la historia de este camino. El día a día, paso a paso porque el camino es largo y retomaremos el rumbo si es que lo hubo alguna vez.

Peregrinos somos y parar no es nuestra intención.